Acabábamos de regresar de una tranquila y civilizada tarde en el bar cuando nuestra última clienta llego a Baker Street. Ella era enfermera. Y, aparentemente, había salido a cenar. Con un fantasma.
Jack Griffin de verdad sabía cómo hacer una entrada. Habíamos ido a una prueba de los trajes para la boda y cuando regresamos, ahí estaba. O mejor dicho, no estaba.